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  • Writer's picturePablo Clarke

Un golpe de realidad



Nuestra racha de imbatibilidad llegó el pasado sábado a su fin, después de que el Manchester United remontara en Goodison Park el gol inicial de Alex Iwobi, en un duelo del que se pudieron sacar muchas cosas en claro.


Mucho mérito tiene el hecho de haber prolongado nuestra condición de invicto durante ocho (sí, 8) partidos en todas las competiciones, pero como sucede con la mayoría de proyectos emergentes, tuvimos un día muy espeso en la oficina. Ya de por sí la hora del encuentro hizo poca gracia a muchos sectores de la parroquia toffee, pues domingo a las 20.00 (19.00 hora inglesa) no forma parte del horario común que establece la Premier League, pero la adquisición de los derechos televisivos por parte de BT Sport hizo que el partido se disputara en un escenario temporal atípico.


En lo estrictamente futbolístico, el Manchester United venía de dejar muchas dudas tanto en su choque intersemanal contra el Omonia Nicosia en la UEFA Europa League como en su anterior compromiso liguero contra su vecino (6-3 perdió) y, desde el punto de vista local, Goodison Park bajo las luces parecía el lugar idóneo para acentuar la fragilidad de los diablos rojos.


La puesta en escena fue inmejorable, con un golazo de Alex Iwobi, que se volvió a erigir como figura clave de este Everton. El nigeriano aprovechó el robo de Amadou Onana en el centro del campo para plantarse con ventaja en territorio enemigo y lanzar un auténtico misil, que encontró portería.

El tanto tuvo un efecto extraño en los hombres de Frank Lampard, que renunciaron al esférico y se plantaron en un bloque muy bajo, en vez de seguir presionando a su rival en busca de más. Y más preocupante aún, defensivamente no había una estructuración sólida; es decir, nuestro plan fue esperar atrás, pero sin una línea contundente que asegurara que el 1-0 se mantuviera sin cambios.


¿Y qué pasó? Lo inevitable. Dos goles de Antony y Cristiano Ronaldo dieron la vuelta al marcador antes del descanso. El planteamiento ultraconservador de los toffees no había conseguido los objetivos deseados y, lo que es peor, nos había dejado una tarea demasiado complicada de cara a la segunda parte, una montaña demasiado difícil de escalar.


El segundo acto, además, comenzó con un nivel de espesura similar para el Everton, que no consiguió imponerse sobre el terreno de juego. Solo la anulación del gol de Marcus Rashford a diez minutos del final dio un ápice de esperanza a nuestros muchachos que, pese a un último empujón muy valeroso, no pudieron rescatar ni un punto en su estadio.


A pesar del asedio final, el encuentro de los toffees fue, en su amplia mayoría, mediocre. La derrota dejó algún que otro aspecto positivo, pero el sabor amargo prevaleció en los aledaños de nuestro tradicional campo.

La clave del partido estuvo en nuestra cesión del control al rival tras el gol que abrió el marcador. No sé si la idea era aguantar 85 minutos agazapados en nuestra mitad de campo, pero pareció una decisión muy errónea quitar el pie del acelerador. Ello, junto a actuaciones muy poco brillantes de Idrissa Gana Gueye (señalado en el primer gol) o Amadou Onana, nos dejó con muy poco margen de maniobra.


Si además añadimos que Lisandro Martínez (MUN) siempre destaca contra delanteros poco corpulentos, nuestra producción ofensiva con Neal Maupay se vio reducida a cero. Por el flanco derecho también sufrimos mucho a la hora de crear juego, con la ausencia de Nathan Patterson haciéndose cada vez más notable. Al fin y al cabo, no supimos leer bien el partido y jugamos a las fuerzas del Manchester United, más que a sus debilidades.


Estaba claro que, tarde o temprano, la racha de invencibilidad llegaría a su fin, pero quizá este escenario no era el más propenso para que concluyera. Aún así, el debut de James Garner como toffee y la vuelta de Dominic Calvert-Lewin a los terrenos de juego fueron dos grandísimas noticias.


Y, pese a la derrota, el hecho de que hasta el último segundo tuviéramos la ocasión de rescatar algo del encuentro habla muy bien del cambio competitivo que ha pegado el equipo. No hemos perdido —tampoco ganado— ningún partido por más de un gol, reflejo de lo ajustado que están siendo todos y cada uno de ellos.


Este fin de semana, por si fuera poco, viajamos a Londres para enfrentarnos al Tottenham, tercer clasificado de la competición, un equipo al que se le puede hacer daño desde un planteamiento impoluto. No obstante, cualquier fallo de concentración puede suponer un desenlace similar al del año pasado, cuando perdiéramos 5-0.


La baja de Anthony Gordon por sanción será otro impedimento más a la ahora de afrontar con éxito este reto, uno muy interesante a la hora de ver cómo se sigue desarrollando nuestro proyecto.

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